

El judo cubano y mundial están de luto. El martes en la noche falleció en Miami a los 94 años el sensei Heriberto García, un pionero de su arte marcial y un forjador de maestros en el más recto sentido de la palabra, un hombre que abrió caminos y dejó un enorme legado.
A García, uno de los primeros cubanos que alcanzó un cinturón negro y de los pocos que ha alcanzado un 8vo Dan, se le respetaba con una devoción mayor, pues era la leyenda viva que representa el inicio de lo que fue el judo en Cuba y en otros países de Latinoamérica.
García era apenas un joven inquieto cuando conoció en 1951 a la figura que por primera vez llevó el judo a la Mayor de las Antillas: Andre Kolychkine Thomson, un belga casado con una cubana que introdujo el arte marcial asiática dentro de la sensualidad caribeña.
“Recuerdo que las clases eran en un garaje en la calle 23 en el Vedado”, comentó García en entrevista con El Nuevo Herald en noviembre del 2009. “Fue como un amor a primera vista, porque el judo me atrapó por completo, como si me hiciera una llave en el corazón”.
Pero si lograr la cinta negra lo llenó de alegría, eso fue nada comparado con el viaje que hizo a Japón para participar en el primer campeonato mundial de judo celebrado en 1957. En viejas imágenes guardadas por la Federación Internacional, se puede apreciar a un joven García como el solitario representante de Cuba.
Tanto le gustó Japón que se quedó tres meses. Ayudó a redactar los estatutos de la federación internacional y, cuando los delegados de Europa se marcharon, le confiaron sus votos a García y lo nombraron su representante en las negociaciones con los japoneses, que miraban al judo como un tesoro nacional.
En la Habana abrió el Víbora Judo Club -entre las calles Jorge y Espadero- y viajaba al interior de la isla para impartir seminarios.
En 1959 después que llegara al poder Fidel Castro le obligó a dar un giro de llave a la puerta de su club y a marcharse al exilio, primero en España y luego Estados Unidos, a donde llegó con un puñado de sueños y su cinturón negro.
En las reseñas que relatan el desarrollo del judo en países como Costa Rica y México, el nombre de Heriberto García surge como un agradecimiento, como si se tratara de un antes y un después.
Cuentan que el legendario profesor Rolando Veitía, durante un Panamericano de Judo vino a Miami y supo de la presencia de García entre los asistentes al James L. Knight Center. El entonces entrenador de la escuadra nacional cubana de mujeres quiso verlo de inmediato.


Esta Noticia ha sido tomada de El Nuevo Herald
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