La muerte de Adolf Hitler tiene, como todo hecho histórico, una historia oficial. Por no haber información pública concreta sobre el destino de sus restos, cuenta también con numerosas teorías alternativas.
La historia oficial
A las 15:30 horas del 30 de abril de 1945, Adolf Hitler y su esposa, se encerraron en una sala.
15 minutos más tarde sus ayudantes ingresaron y encontraron a Hitler muerto. Hitler con un disparo y a Eva Braun muerta por efecto del cianuro.
Sus cuerpos fueron quemados. Los restos que no se consumieron fueron enterrados superficialmente. 9 días más tarde una unidad especial soviética encontró los restos. Estos fueron llevados a un cuartel en Magdeburgo, donde se los enterró en un jardín.
En 1970 fueron exhumados y destruidos.
Huida a la Argentina
Una teoría muy difundida afirma que Estados Unidos salvó a Hitler de a muerte para contar con su información, que sería valiosa en una esperable confrontación con el comunismo ruso. Por eso Hitler habría sido evacuado y conducido a la Patagonia. En un submarino, donde habría muerto de muerte natural, 17 años más tarde.
Teoría de la Conspiración
Con la guerra ya prácticamente perdida, Goebbels acusó al Führer de ser judío. Aprovechando su sorpresa, lo asesinó de un tiro en la cabeza. El propio Goebbels convenció a su esposa Magda de suicidarse con una cápsula de cianuro.
Muerta Magda, colocó su cuerpo junto al de Hitler y los prendió fuego. Mientras se quemaban, escapó del bunker disfrazado de religioso.
El cráneo de una mujer
En el año 2009 una investigación de expertos de la Universidad de Connectitut determinó que los restos óseos del cráneo que los rusos guardaban como perteneciente a Hitler. Correspondían a una mujer cuya edad no superaba los 40 años.
Este hecho disparó una vez más numerosas teorías sobre la falsedad del suicidio de Hitler y una posible huida con diversos destinos: Estados Unidos, Gran Bretaña, Brasil, Venezuela o Chile.
El escape
Otra teoría propone que fue Hitler, y no Goebbels, quien escapó de Berlín disfrazado de religioso. Viajando escondido en ataúdes que iba intercambiando.
La Antártida
La CIA llevó a cabo expediciones a la Antártida, a cargo del Almirante Richard Evelyn Byrd, quien aseguró: “Adolf Hitler está entre nosotros y la Antártida”. Su teoría se basaba en los experimentos de los científicos nazis sobre la supervivencia en un ambiente frío extremo, y la animación suspendida.
La abducción
Grupos de ufólogos mantienen la idea de que Hitler y Eva Braun fueron “abducidos” por una raza hostil de extraterrestres conocida como “Los grises”, quienes simpatizan con las ideas absolutistas del Führer.
Revelaciones tras el fin de la URSS
Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991 se permitió el acceso de investigadores extranjeros a los archivos soviéticos de la Segunda Guerra Mundial. Estos no arrojaron nuevas informaciones en tanto el destino final de los restos de Hitler seguía siendo calificado como información de alto secreto. Paulatinamente, documentos desclasificados de la KGB permitieron reconstruir lo sucedido. La NKVD sí descubrió e identificó los restos de Hitler pocos días después de cesar la batalla de Berlín, junto a los restos de la familia Goebbels.
Según esa documentación, las autoridades de la NKVD habrían ordenado llevar los restos a un cuartel de la propia NKVD en la ciudad de Magdeburgo (en territorio de Alemania Oriental), junto a los restos de la familia Goebbels.
En febrero de 1946 los enterraron en cajas de madera dentro de un jardín del cuartel. Sólo la máxima jerarquía de la NKVD (y de su sucesora, la KGB) mantendrían a futuro el secreto sobre el contenido de esas cajas y su ubicación precisa.
En 1970, antes de que la KGB cediera el control de sus instalaciones de Magdeburgo al gobierno de la República Democrática de Alemania el primer ministro soviético Yuri Andrópov envió desde la URSS un equipo especial de la KGB a Magdeburgo para destruir secretamente los cadáveres que se encontraban allí enterrados desde 1946.
Tras desenterrar las cajas en abril de 1970, los agentes soviéticos quemaron los restos de los cadáveres que encontraron dentro y luego trituraron las cenizas arrojándolas inmediatamente después al río Biederitz, un afluente del Elba.
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